jueves, 26 de enero de 2012


EL PORQUÉ DEL APELATIVO «BIBLIA DEL OSO»



¿Apiarius o Guarinus?

el impresor final de la «Biblia del oso».

¿Por qué un oso?

           
Un impresor llamado Oporino (Johannes Herbts "Oporinus" 1507 - 1568) es el primer encargado de la impresión. Fallece en la ruina y con una cantidad de dinero ya en su poder, adelantada por Casiodoro para sufragar los gastos de la impresión de esta Biblia del oso.


El malogrado impresor Johannes Oporinus


¿A qué impresor se le encomendó entonces el trabajo?


Escudo tipográfico de Thomas Guarin


La respuesta la hallamos en una carta escrita al Consejo de la Ciudad de Basilea demandando la devolución esa cantidad adelantada a Oporino donde se cita un nombre: Thomas Guarin[1].




Guarín es pues el impresor al que, o bien Oporino habría ya subcontratado el trabajo de la impresión de la «Biblia del Oso» (antes de la venta de su taller de impresión), o bien al que le habría trasladado Oporino la concesión de la impresión después de la venta. Ante la escasez de informaciones al respecto, no descartamos tampoco que fuese el mismo Casiodoro quien, habiendo fallado Oporino ‒ y parece que teniendo muy buena opinión de Thomas Guarin ‒, le contactase directamente para asumir la impresión en proceso[2].

Casiodoro de Reina


El impresor Thomas Guarin[3] o (Guérin) procedía de Tournay, (Hautes Pyrénées, Francia). En 1529 había abandonado su ciudad natal por razones religiosas, fijando inicialmente su residencia en Lyon. Allí ejerció como librero. Es en 1557 cuando se traslada a Basilea y se casa allí con la hija del impresor Isingrin. En Basilea se establece también él como impresor a pequeña escala, siguiendo los pasos de su suegro y tomando como escudo tipográfico el que había sido el logotipo de éste, una hoja de palma, acompañada de la divisa Palma Gvar., en lugar de la anterior Palma Ising., enmarcada ahora en un cartucho de forma elíptica[4].  




¿Dónde está la marca tipográfica de Thomas Guarin?

Una inevitable pregunta es, si Guarin es el impresor ¿por qué entonces no figura su escudo tipográfico en la portada de la impresión? De hecho esta ausencia de la palma guariniana en la portada de la «Biblia del oso» hizo dudar, en un tiempo de la autoría de este impresor.

Escudo tip. de los Apiarius

En efecto, en la portada de la «Biblia del oso» no aparece la palma de Guarin sino el emblema de los Biener, más conocidos por su nombre de impresores ‒ tanto el padre como el hijo‒, de Apiarius. De hecho la popular designación de esta traducción como la «Biblia del oso», tiene precisamente su origen en este emblema, el escudo que Samuel Biener[5] había heredado de su padre Matias (cuyo taller se localiza primero en Estrasburgo y luego en Berna, a partir de 1537), y que se había establecido en Basilea en el año 1566, tras la muerte de su padre en 1554[6]. Fue en 1564 cuando Samuel hubo de abandonar Berna a causa de varios conflictos para venir a Basilea, habiendo intentado antes establecerse en Slothurn. En Basilea se dedica principalmente a imprimir pequeños panfletos y a menudo acepta trabajos como subcontrata, llegando a trabajar incluso en otros talleres de impresión, lo que aquí no descartamos.


En el emblema de los Apiarius aparece un oso. Este oso ha sido identificado como una alusión a la ciudad de Berna, cuyas armas cargan una banda de oro con un oso de sable pasante en campo de gules.


Armas de la ciudad de Berna

La razón de su presencia no es otra que la similitud fonética del nombre de la ciudad «Bern», y la pronunciación de «Bär» (oso) en alemán.

Escudo tipográfico Mattiam Apiarium

 En torno a la colmena aparecen una serie de pájaros y arañas que parecen amenazar la tarea de las laboriosas abejas. El significado de esta evocadora imagen parece ser doble. Por una parte, las abejas representarían las dificultades del impresor Apiarius, ante los numerosos obstáculos a los que debe enfrentarse en su trabajo. Además recordemos que el apellido «Biener» significa «abeja» en alemán. 
Escudo tipográfico de Apiarius


Apiarius no sería sino una latinización del apellido alemán del impresor, una práctica al parecer bastante común en la época. Por otra parte, con los pájaros y las tenebrosas arañas se representan los enemigos de la Escritura, empecinados en dificultar la «sacra» labor de las abejas mieliferas.

En el trasfondo de la imagen parecen latir los textos bíblicos que identifican la miel con la Sagrada Escritura, como son Ezequiel 3,3: «y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que Yo te doy. Y lo comí, y fue en mis entrañas dulce como la miel»; el Salmo 119, 103: «Cuán dulces son a mi paladar. Más que la miel a mi boca» o la cita del Apocalípsis, Ap 10,9: «tomé el librito de la mano del ángel y lo devoré, y fue en mi boca dulce como la miel; y cuando lo comí me amargó las entrañas».


Ciertamente este escudo tipográfico, que parece que Samuel Apiarius ya no utilizaba, ofrecía un perfecto compendio iconográfico de las dificultades por las que serpenteaba el tortuoso sendero de la traducción de Reina. A tenor de las explicaciones anteriores, es fácil suponer que Casiodoro encontrase especialmente atractivo este grabado. Con toda probabilidad había podido haberlo visto en la portada del Comentario al profeta Ezequiel de Johannes Oecolampadius (1482–1531), editado por Mathias Apiarius en Estrasburgo en 1534[7]. En él podía ver plenamente plasmada la dureza de los obstáculos enfrentados en su labor traductora.

Otro escudo tipográfico de Oporino

No hemos de descartar tampoco como hipótesis plausible el hecho de que puede que Guarin no utilizase su escudo tipográfico, a la hora de editar una traducción que consideraba calvinista, por el deseo de no ser identificado con una u otra confesión, en aras de la buena marcha de su negocio. Toda prudencia era poca en un momento tan agitado en materia religiosa, como era aquel en que se vivía[8]. Además, como ya señalaba Adolf Fluri, no sería éste el único caso en que los Apiarius trabajaban para otros talleres[9]. Por otra parte, el que Apiarius hijo no utilizase ya ese escudo tipográfico, sería también muy comprensible en razón de su simbolismo: si el oso representaba a Berna, donde su padre había iniciado su labor impresora, la imagen ya era incongruente con la nueva localización de su actual actividad en Basilea[10].


Impresores de Basilea

Así pues, pensamos que Apiarius (cuya minúscula imprenta trabajaba más bien en obras menores) sería en todo caso la mano de obra que imprime esta «Biblia del Oso» para Guarinus[11], a quien Casiodoro hizo un pago final por la suma de trescientos escudos, de la impresión de 2.600 ejemplares y no ya 900 como en el anterior contrato con Oporino. Estos 300 escudos vendrían a asumarse a las cantidades  previamente entregadas, pues si Oporino por 900 ejemplares cobraba 500 escudos, por casi el triple de esa cantidad Guarín había de percibir, en buena lógica, la proporción monetaria correspondiente.


Oporino, el primer impresor fallido
Que Guarín fue el impresor oficial de la «Biblia del oso» es un dato que no admite discusión pues, de la propia mano de Casiodoro, tenemos la confirmación en la dedicatoria autógrafa del ejemplar regalado a la Universidad de Basilea:

            Cassiodorus Reinius Hispanus Hispalens. Inclytae huis Academiae alũnus, huis sacrorũ  librorũ versionis Hispanicae autor, quam per integrum deceñium elaborauit, et auxilio pietissimorũ ministrorũ huis Ecclesiae Basilsis ex decreto prudentiss. Senatus typis ab honesto viro Thoma Guarino cive Basilsiexcusam demum emisit in lucem, in perpetuũ gratitudinis et observantiae monumentum hunc librum inclytae huic Academiae supplex dicabat. Ann. 1570,. Mens. Jun. Cass. R. Quum sedero in tenebris, Jehoua lux mea est. Mich. 6[12].


Por otra parte, en un catálogo que Guarin imprimió con motivo de la feria del libro de Frankfort de 1578, aparecía mencionada una Biblia in Hispanicam linguam traducta, aludiendo con toda probabilidad a esta «Biblia del oso» de Casiodoro de Reina[13].



[1] Bitt Cassiodori Reimii [sic] aus Hispanien wegen Drucking einer Spanischen Bibel, Archivos de la ciudad de Basilea, Handel und Gewerbe JJJ I. Véase Adolf Fluri, Die Bärenbibel: Cassiodoro de Reinas spanische Bibelübersetzung gedruckt zu Basel 1569, Gutembergmuseum, separata (1923), 22-23. La petición no es autógrafa de Casiodoro de Reina, como ya hace notar Gordon Kinder, e incluso hay un error de grafía, Reimii por Reinii; A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 52.
[2] Gilly afirma al respecto que se ha dado por sentado que la impresión se realizó en los talleres de Apiarius, para Thomas Guarin: «Es ist bisher als selbstverständlich angenommen worden, daß der Drucker spanischen Bibel in der Werkstatt des Apiarius, jedoch auf Kosten im Auftrag Guarins erfolgt sei»; Carlos Gilly, Spanien und der Basler Buchdruck bis 1600, nota 455, 393.
[3] Thomas Guarin (1529-1952). Impresor activo en Lyon (1549-1556) y Basilea (1557-1592). Su nombre aparece con distintas variantes: Thomas Garin, Thomas Guarinus, Thomas, Guérin. Natural de Tournay, Bélgica, abandonó su ciudad paterna y marchó a Lyon, donde ejerció primero como librero. Estuvo activo en esa ciudad entre 1549 y 1556, donde se le conocía como el «mercader alemán». El 3 de noviembre de 1557 pasó a ser ciudadano de Basilea y, ese mismo año, de Safran. A Basilea tuvo que exiliarse por motivos religiosos. Se casa con Elisabeth, una hija del impresor Michael Isengrin, a quien sucede en 1567. Tomó, al principio junto con la viuda, la dirección de la Oficina Isengrinsiense. Realizó bajo su sello tipográfico notables impresiones, de las que las más significativas son la «Biblia del Oso», objeto de esta tesis (1569), y la edición de la Vulgata, con planchas de madera de Tobías Stimmer (1580). Al estar su marca tipográfica – una palmera cargada de frutos con el lema Palma Guarin –, ausente de la portada de la Biblia de Reina, se dudó en un tiempo de que ésta hubiese salido de su taller; Véase F. F. J. Lecouvet-Garin, Thomas Guarin, Tournaisien, imprimeur à Bale, au XVI siècle, (Gand, 1838), 12-13; C.H. Timperley, A Dictionnary of Printers and Printing, with the progress of Literature ancient and modern, 352-353.
[4] Thomas Guarin abre su taller en la calle llamada Zur Kronen («de la Corona») en el siglo XVI, que se correspondería con la posteriormente denominada Zur Mücke («de los mosquitos») del  número 45 de la Freistrasse de Basilea; Charles Willian Heckethorn, The Printers of Basle in the XV. & XVI. Centuries, Their Biographies, Printed Books and Devices, 197. 
[5] Adolf Fluri, 'Samuel Apiarius, der erste Buchdruckerin Basel (1566-1590)', en NBT (Neues Berner Taschenbuch) 1898, 217-228.
[6] Mathias Biener o Mathias Apiarius, el padre, es un impresor de origen bávaro nacido en Berchingen. En 1537, llegó de Berna a Estrasburgo para continuar con su labor de impresor en el Aare. Aunque se especializó en la impresión musical, no se limitó únicamente a este campo. A su muerte, en 1554,  sus hijos Samuel y Sigfrid asumieron los negocios familiares, Samuel en la imprenta y Sigfrid en la venta de libros. En 1564, probablemente por una causa juidicial en torno a sus deudas, Samuel ha de abandonar la ciudad de Estrasburgo y se traslada a Basilea, después de un breve periodo en Solothurn (1565-1566). Muere en Basilea en 1590.  También Gordon Kinder  ha sugerido ver en su emblema tipográfico una alusión al oso del escudo de la ciudad de Berna. Si el oso en el escudo tipográfico procedía del período de Apiarius padre en su taller de  Berna, entenderíamos que éste fuese desechado por su hijo Samuel en la nueva etapa Basilense. Para Kinder, además, Apiarius sería una subcontrata de Guarin llevada a cabo en su propio taller o bien en el taller del comisionante; A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 52.
[7] Johannes Oecolampadius, In prophetam Ezequielem commentarius, Argentorati [Estrasburgo] apud Matthiam Apiarium, Anno m.d.xxxiiii.
[8] F. F. J. Lecouvet-Garin, Thomas Guarin, Tournaisien, imprimeur à Bale, au XVI siècle, 5.
[9] Adolf Fluri nos ofrece ejemplos de esta práctica, y ejemplifica con otro caso similar de Samuel Apiarius en 1575; cf. Adolf Fluri, 'Die Bärenbibel, Cassiodoro de Reinas spanische Bibelüberzetzung, gedruck zu Basel 1569', Gutembergmuseum, separata (Berna 1923), 10.
[10] Ya en el siglo xviii se había desechado la deducción errónea que se había hecho a partir de la marca de Apiarius, señalando Berna como el lugar de impresión de la «Biblia del oso», tal como lo recoge Pellicer y Saforcada; Pellicer y Saforcada, Juan Antonio, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles, Madrid, Antonio de Sancha. 1778, 34-35.
[11] Es esta también la opinión de Adolf Fluri y de Gordon Kinder; cf. Adolf Fluri, 'Die Bärenbibel, Cassiodoro de Reinas spanische Bibelüberzetzung, gedruck zu Basel 1569', Gutembergmuseum, separata (Berna 1923), 9-10; cf. A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 52. En cambio, Carlos Gilly afirma, sin aportar mayor argumento, que Samuel Apiarius no tuvo nada que ver con la impresión y que en todo caso cedería o vendería su escudo tipográfico a Reyna para ser utilizado en la edición; cf. Carlos Gilly, Spanien und der Basler Buchdruck bis 1600, 393.
[12] Esta dedicación autográfa de Reina es recogida por Boehmer en la sección de documentos relativos a Casiodoro de Reina; cf. Edward Boehmer, Biblioteca Wiffeniana, vol. 2, 240.
[13] Nomenclatura librorum officinae Guarinianae, (Basilea 1578). Consultamos copia del original latino en la Kinder Collection, John Ryland´s Library, Manchester, Ms A25, 6.   





miércoles, 25 de enero de 2012

CASIODORO, EL HOMBRE.



CASIODORO, AL BORDE DE LA MUERTE

La muerte le pisaba los talones desde su huida de Santiponce hacia Ginebra


Casiodoro es un hombre sensible que ha de pasar por innumerable trances para ver, al fin, cumplido su anhelo de tener las primeras galeradas de su traducción en las manos. Los problemas económicos no serán los únicos que acechen y pongan en peligro la edición de esta Biblia, cuando ya estaba casi a punto de ver la luz. En junio de 1568, mientras se trasladaba desde Estrasburgo hacia Basilea, Casiodoro cae gravemente enfermo y a su llegada a la ciudad ha de permanecer en cama durante cinco semanas. En la dedicatoria que hace de su Expositio primae partis capitis quarti Matthaei, a los censores de Basilea, los doctores en Sagrada Teología Simon Sultzer y Huldriche Koechlein, Casiodoro hace una emotiva descripción de este duro trance que le puso al borde de la muerte:

Pues ni los médicos, ni vosotros, ni los amigos, ni yo mismo pensábamos otra cosa. Confieso sinceramente, como es la verdad, que seguro entonces de su inminencia, mientras estuve en mi sano juicio no me aterraba la contemplación de la muerte. Al experimentar la maldad de este injustísimo siglo la había deseado cuando estaba lejos y cuando, a mi juicio, prolongaba demasiado su tardanza; ahora que por fin la tenía ante mí la abrazaba con la mayor alegría. […] Me producía no poca tristeza el pensamiento de mi mujer y de mis hijos pequeños, a quienes parecía haber traído conmigo a Basilea únicamente para que empezaran un nuevo exilio lejos de nuestros amigos y conocidos, y sobre todo, privados de mí. Pero incluso esta tristeza la alejaba fácil y rápidamente encomendándolos a la Providencia de Dios que, primero a mí y después a ellos conmigo, nos había hecho experimentar su cuidado paternal en medio de tantas dificultades y frecuentes trabajos[1]


Galenos aplicando curas


Tenemos también noticia de estos pormenores sobre su grave enfermedad en otra de las cartas que le escribe a su amigo Hubert, fechada el 4 de agosto de 1568:

            Scis me inter ipse gravissimi imminetis morbi initia Argentorato dis cessisse […] Basileam ingressum ut post exactas in lecto quinque hebdomades via tandem revizerim potius qũ convaluerim[2].

La fragilidad de su salud compromete la aventura editorial de la Biblia y Reina, creyéndose morir, lamenta profundamente no poder ver culminado su gran anhelo como biblista, el sostener entre sus manos un ejemplar impreso de la traducción en la que tanto trabajo y tantos años ha empleado:  


Sólo una cosa me producía el mayor dolor: que, después de haber    trabajado durante diez años enteros en traducir la Sagrada Biblia al español, sufriendo en esta ocupación mucha envidia y muchas vejaciones por parte de aquellos a quienes esa empresa no les era grata como a mí ‒ hasta el punto de que, comparado con ese desasosiego, me parecía levisimo el trabajo de la traducción ‒, cuando ya estaba a la puerta de la imprenta, la mies madura para la cosecha y el fruto de tan gran trabajo a punto para la recolección, me viera obligado a dejar mis labores a otros sin saber con qué cuidado y solicitud las llevarían a cabo. Y aun en el caso de que fueran personas de la mayor fidelidad y   diligencia ‒ como yo no lo dudaba si se tratara de Pérez ‒ no sería yo quien diera cima a la obra. Esta tristeza, aun en tan gran debilidad de cuerpo y de ánimo, me incitaba a dirigir ardientes preces a Dios para que me concediera todavía el tiempo suficiente para publicar aquella obra sagrada para gloria de su nombre, despues de lo cual dejaría yo la vida con entera alegría.[3]




[1] La traducción es de María Araujo Fernández, Casiodoro de Reina, Exposición de la primera parte del capítulo cuarto de San Mateo sobre las tentaciones de Cristo, traducido del latín por María Araujo Fernández; introducción y notas de Carlos López Lozano, (Madrid 1988), 11; Expositio primae partis capitis quarti Matthae commonefactoria ad ecclesiam Christi, de periculis piorum Ministrorum Verbi in tempore cauendis, ( Francofurti, Ex Officina Typographica Nicolai Bassei, M.d.lxxiii).
[2] Carta de Reina a Hubert, 4 de agosto de 1568, Archives et Bibliothèque de la Ville de Strasbourg, (AST),  fol. 161/85.
[3] Casiodoro de Reina, Exposición de la primera parte del capítulo cuarto de San Mateo, 11-12.

El foco herético sevillano
casiodoro de reina parte hacia el exilio


SEVILLA

          En el otoño de 1557 un piadoso católico sevillano recibe por error un ejemplar de La imagen del Anticristo[1].  Horrorizado, contempla como en uno de los grabados se representa al Papa arrodillado rindiendo pleitesía al diablo. El libro en cuestión procedía de los tórculos ginebrinos de Jean Crespin[2], y era un panfleto antipapista obra de Bernardino Ochino (discípulo de Juan de Valdés). Formaba parte de un envío que Julianillo[3] Hernández había hecho llegar a Sevilla. Los inquisidores sevillanos constataban pues que, en la ciudad del Guadalquivir, que por aquel entonces contaba con más de cien mil habitantes, el movimiento «luterano» había prendido y ya no se limitaba a la actividad puntual y difusa de algunos individuos aislados. Entre éstos, figuraban nombres tan señeros como el magistral de la catedral hispalense Juan Gil (más conocido como el «Doctor Egidio»), atacado tanto por sus doctrinas luteranas cuanto por su origen judío, Rodrigo de Valera, Constantino Ponce de la Fuente (también canónigo de la catedral y acompañante de Felipe ii en su viaje por los Países Bajos y Alemania entre 1549 y 1551), o Francisco de Vargas, maestro de Sagradas Escrituras de la catedral de Sevilla[4].

Escudo de la Santa Inquisición


Teólogos y capellanes del Rey, predicadores reconocidos, maestros de Sagradas Escrituras formados en Alcalá (Egidio, Vargas y Constantino), algunos firmes candidatos a obispos, todos ya habían levantado ciertos recelos inquisitoriales[5]. Ahora, a la luz de estos acontecimientos, entran en una situación de intensa sospecha. Sus casos son revisados por el tribunal inquisitorial, siendo irremediablemente condenados a las más severas penas.


Monasterio jerónimo de San Isidoro de Sevilla (o de Santiponce)


Pues bien, el monasterio de San Isidro del Campo, donde profesaba Casiodoro de Reina, a tenor de los informes inquisitoriales se había convertido en un «nido de herejes»[6]. Y no solo el cenobio de Santiponce sino que también algunas de sus hijuelas habían sido contaminadas por la casa madre ‒ como Nuestra Señora del Valle en Écija ‒ cuyo prior también hubo de huir a Ginebra. En cambio el vicario del monasterio, Fray Cristóbal de Arellano, no pudo escapar  y fue apresado, juzgado y condenado «por luterano», además de sufrir la confiscación de todos sus bienes[7].

Monumento fúnebre del Inquisidor General D. Fernando de Valdés y Salas (Colegiata de Salas, Asturias)


Antes del verano de 1557, momento en que es detenido Julián Hernández, y cuando ya ha sido procesado el canónigo magistral Egidio, Casiodoro ha de huir de Sevilla. Según las informaciones contenidas en el panfleto de Cipriano de Valera, Dos tratados, en 1555 ya habrían huido de Sevilla siete personas hacia Ginebra. En 1557 se produce otro exilio monacal:

“[…]doze de los frayles en poco tiempo se salieron, unos por una parte y otros por otra: los cuales dentro del año se vieron en Ginebra, à donde quando salieron tenian determinado ir” [8].

Entre ellos iba Casiodoro de Reina acompañado por sus padres[9]. Allí su estancia no parece haber dejado huella en ningún registro escrito, puede que debido a la poca duración de su permanencia. De su paso por la ciudad ginebrina hallaremos ecos en posteriores documentos, como las deposiciones conservadas en los archivos de la Iglesia Francesa de Refugiados de Frankfurt. El conocido episodio de las lágrimas de Casiodoro ante el poste de ejecución de Miguel Servet, señala también su innegable presencia en la ciudad. Otro dato al respecto lo aporta un hombre sardo, Angel Victor, quien comenta haber visto a un conocido español, Cortés, llevando una carta de Casiodoro de Reina para Sebastian Castellio, desde Ginebra a Lausanne[10]. En Ginebra tanto Reina como Corro y Valera formarán parte de la congregación italiana. La correspondencia intercambiada por Casiodoro con distintos personajes del momento nos aporta valiosos y pormenorizados detalles de las incidencias por las que transcurre su vida. A la Iglesia italiana en Ginebra se referirá posteriormente Casiodoro en una carta a Beza: Ecclessiae Italorum cui omnia debeo, tum qod, dum Genevae vixi, fui ei adjuntus (la iglesia de los italianos a la que tanto debo y a la que me uní cuando llegué a Ginebra) [11].
Más tarde los españoles se reunirán en el Templo de Saint Germain, bajo el liderazgo de Juan Pérez, ausente en Franckfurt durante esta primera estancia de Casiodoro en Ginebra.


Exurge Domine et iudica causam tuam (Sal 73)


[1] De esta delación tenemos varias versiones, algunos la achacan a una mujer, Cf. M. Menéndez Pelayo, Heterodoxos, II., 91,  que recoge el episodio de la demente sevillana denunciante narrado en el Reginaldo Montano. Los archivos de la inquisición afirman que el director de Santiponce fue el denunciante de Julianillo. Cf. A. Huerga, «Procesos de la Inquisición a los herejes de Sevilla, 1557-1562», en Jean Heuclin et al., Historia de la Iglesia y de las Instituciones eclesiásticas : estudios interdisciplinares en homenaje a Ferran Valls i Taberner con ocasión del centenario de su nacimiento, (Barcelona, Cátedra de Historia del Derecho y de las Instituciones, 1990) 4108-4128. 
[2] Jean Crespin era impresor, librero y editor. Nacido en Arras en 1520 y activo en Ginebra desde 1548 a 1572. Realizó sus estudios universitarios en París y Lovaina donde consolidó su formación jurídica. A comienzos de 1545 es acusado de hereje exiliándose en Ginebra. Allí se instala con su familia definitivamente en 1548, y allí contacta con viejos amigos y compatriotas como Théodore de Bèze, Conrado Badius y otros. En 1551 obtiene la autorización del Consejo de la ciudad para mantener su imprenta y, el mismo año, inaugura también la marca de su taller, un ancla terminada en «t» y una serpiente a su alrededor, que identificará en adelante sus impresiones. En 1554 añade dos manos que surgen de las nubes y, a partir de 1558, un mar donde nadan tritones. El emblema aparece acompañado, en muchas ocasiones, de la divisa: «Sacra Anchora» o «Sacra Anchora Christus». No obstante en otras ediciones con información tipográfica falseada figuran otras marcas, como por ejemplo una «y». Su imprenta estará vinculada a la edición de las obras españolas de propaganda reformista y, sobre todo, a la figura del protestante español Juan Pérez de Pineda. De hecho, será el único impresor que, entre 1556 y 1560, edite obras en español en Ginebra. En algunas obras impresas de esta índole Crespin suele falsear el pie de imprenta, sustituyendo su marca tradicional por una marca que, con variantes, coincide en todas estas ediciones: una «y» flanqueada por dos figuras humanas. Un ejemplo de estas falsas ediciones lo constituyen los Comentarios a las epístolas de Juan Valdés, impresos en Ginebra en 1556 y 1557. En el nombre del impresor que figura es el falso de «Johannes Philadelpho», señalando como lugar de impresión Venecia y no Ginebra.
[3] «Julianillo» era el apodo que los franceses le habían dado a este sevillano, Julián le petit, dada su exigua talla, su delgadez y su marcada cifosis dorsal. De él dice Menéndez Pelayo, corrigiendo a Montes, que «había transportado de Ginebra a España en 1557 dos grandes toneles, no de biblias, como dice Montes, porque aún no habían publicado los protestantes ninguna completa en lengua castellana, sino de Nuevos Testamentos, traducidos por el Dr. Juan Pérez; y los esparció profusamente en Sevilla»; Cf. M. Menéndez Pelayo, Heterodoxos., II, 85. Cipriano de Valera solo menciona «libros Españoles»; Cf.  Cipriano de Valera, Dos Tratados. El Primero es del Papa y de su autoridad colegido de su vida y doctrina, y de lo que los Dotores y Concilios antiguos, y la misma sagrada Escritura enseñan. El Segundo es de la Missa recopilada de los Dotores y Concilios y de la Sagrada Escritura. «Toda planta, que no plantó mi Padre celestial, será desarraygada.» Mt. XV. 13. «Caída es, caída es Babylonia, aquella gran ciudad, porque ella ha dado a bever a todas las gentes del vino de la yra de su fornicación.» Apoc. XIV. 8, (London, Arnold Hatfild, 1588) 207.
[4] «Egidio y Constantino son las figuras más destacadas del nuevo estilo de predicación que va a conmover Sevilla. A conmoverla y enfrentarla, pues allí imperaba el viejo estilo remozado en la era deciana [referida al arzobispo Deza]. Egidio el baturro y Constantino el conquense ‒ ambos de tierra dura y apacentados intelectualmente en Alcalá ‒, serán heraldos de la Palabra de Dios y protagonistas de un drama religioso tremendo». Cf. Álvaro Huerga Teruelo, Predicadores, alumbrados e inquisición en el siglo xvi,  (Madrid, F.U.E., 1973) 18.
[5] El 19 de julio de 1550 el Consejo de la Inquisición envía carta al rey pidiéndole la captura de los fugitivos sevillanos, Luís Fernández, conocido también como «Luís Castillo», y Gaspar Zapata; A.H.N., Inquisición, libro 574, fols. 216r-v - 217r.
[6] Cipriano de Valera cuenta que en 1555 salieron de Sevilla, hacia Ginebra, siete personas «entre hombres y mugeres», y en 1557 contabiliza doce frailes huidos de San Isidoro, entre ellos el prior, vicario y procurador de San Isidro, el prior de Écija y después de estos, otros seis; Cipriano de Valera, Dos Tratados, 205.
[7] Cf. Nicolás Castrillo Benito, El Reginaldo Montano..., 401-403.
[8] Entre estos frailes contabilizamos a Francisco Farias, el prior; el vicario Juan de Molina; el procurador Pedro Pablo; Además en el grupo huyeron, junto con Casiodoro los monjes Antonio del Corro, Peregrino de Paz, Alonso Baptista, un tal Miguel, Cipriano de Valera, Lope Cortés, Hernando de León y Francisco de la Puerta. Valera hace mención del prior de Écija sin nombrarlo. En aquel  momento también huiría un hermano lego, Juan de León, y otros laicos como el canario Luís de Sosa y el mercader sevillano Francisco de Cárdenas. Luís de Sosa y Juan de León fueron apresados y devueltos a España para su enjuiciamiento y posterior ejecución. Cipriano de Valera, Los dos tratados del Papa i de la Misa, escritos por Cipriano D. Valera; i por él publicados primero el a. 1588, luego el a. 1599: i ahora fielmente reimpresos, 205-206; Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 16.
[9] Noticias adicionales sobre la identidad de los monjes huidos las hallamos en la carta que el 17 de noviembre de 1557 Fernando de Valdés le escribe al rey de España informándole del brote herético sevillano; AGS, Estado, 121-165. También Alonso del Canto, contador del rey en los Países Bajos, deja registros de los pagos hechos a los agentes que seguían los pasos de los huidos; AGS, Consejo y Juntas de Hacienda, 37- 174.  A. Gordon Kinder, «The pursuit of Spanish heretics: new informations on Casiodoro de Reina», Bibliothèque d’Humanisme et Renaissance, 42 (1980) 427-433.
[10] Frankfurt, Stadarchiv, Sammelband Kirhendokumente B Französisch-reformierte Gemeinde, fol. 585-588.
[11] Ginebra, Bibliothèque publique et universitaire, M.S. Français 407, 1565-1571 correspondence ecclésiastique, Carta de Reina a Beza, Estrasburgo, fechada el 1 de marzo de 1566, fol. 16rf; Edward Boehmer, Bibliotheca Wiffeniana, vol.II, 210.


Colegio de santa María de Jesús de Sevilla

LA FORMACIÓN ACADÉMICA DE CASIODORO


Generalmente los biógrafos de Casiodoro de Reina despachan su perfil académico limitándose a decir que hizo estudios en la «Universidad de Sevilla», antes de ingresar como jerónimo en Santiponce. Tan repetida y genérica apreciación no explicita nada concreto, habida cuenta de lo difícil que es acotar el término «Universidad de Sevilla» en la  época en la que Reina vive.
Si Casiodoro nace ca. 1520, será hacia 1536-37 cuando alcance la edad de  ingresar en un centro académico ‒ cualquiera que éste fuese ‒ para realizar sus estudios superiores. La Universidad de Sevilla aún no existe claramente como tal, sino que nos encontramos con una serie de Colegios que se disputan tal título siendo, en todo caso, la institución de Santaella la más reconocida. Casiodoro sería colegial a partir de 1536[1], más o menos, y pensamos que lo fue en esta institución del Colegio de Santa María de Jesús pues el Colegio de Santo Tomás estaba entonces reservado a los estudiantes dominicos (no siendo considerado como universidad hasta 1539). No nos consta dato alguno respecto a su paso por los dominicos. Tan singular hecho no habría de pasar desapercibido ni a sus biógrafos, ni estaría ausente en las informaciones consignadas por la misma Inquisición. Nos hallamos en todo caso ante un punto muy difícil de resolver, dado el vacío documental referente a la matrícula de alumnos entre 1518 a 1546[2] en el citado Colegio-Universidad. Las primeras relaciones del alumnado de las que se dispone van desde 1546 a 1551. La situación aún se complica más si consideramos que, en sus orígenes, la Universidad estaba integrada por dos centros de distinta índole. Por una parte el Colegio, y por otra la Universidad propiamente dicha, si bien ambos bajo el mismo nombre de Santa María de Jesús. 


Alumno "manteista"


La comunidad universitaria estaba compuesta por dos tipos de alumnos, los colegiales, beneficiarios de las becas, y los externos, no becarios, que eran conocidos vulgarmente como «manteístas», a causa de la prenda característica que vestían, y no la beca colegial. Este manteo era una prenda eclesiástica, un abrigo largo que cubría la sotana pero que también usaban los estudiantes en general. No sabemos si Casiodoro fue manteísta o colegial. El Colegio, pensado inicialmente para acoger a estudiantes pobres, se fue transformando en una institución cerrada para los estamentos inferiores, en contradicción con sus orígenes. Los vínculos familiares y el estatuto de limpieza de sangre fueron convirtiendo a los colegiales en una verdadera «casta selecta», destinada a cubrir los mejores puestos de la magistratura, la política y de la misma jerarquía eclesiástica (prebendados, canónigos, inquisidores, obispos...). Si Casiodoro, tal como algunos apuntan, fue un morisco converso[3], el expediente de limpieza de sangre necesario le hubiese impedido ser colegial y tendría que haber sido manteista externo. El tiempo de estancia en el Colegio era de ocho años, suficientes para obtener la licenciatura, el magisterio  o el doctorado. Podía ser menor en todo caso, si se obtenía antes el grado pretendido. Sabemos que entre 1518 y 1550 fueron 73 los colegiales ingresados[4].



A la vista de los anteriores datos, muy bien podemos postular que uno de esos alumnos ‒ becario o manteista ‒,  pudo ser el mismo Casiodoro de Reina.
Que nuestro autor se formó, y se formó bien, en las instituciones universitarias sevillanas es todo lo más que podemos afirmar rotundamente respecto a su perfil académico. El hecho de ser apelado como el «Moisés de los españoles» en el exilio europeo, subraya hasta que punto Casiodoro fue considerado, por su formación y carácter, el eje vertebrador de aquel grupo de españoles, ahora reformados y exiliados en el extranjero. Además, como dato que subraya este hecho, a Casiodoro se le permitió la matrícula en la Universidad de Basilea en 1567 sin requisitos previos[5], autodefiniéndose además, en su carta a los colegiales de Estrasburgo, como homo in litteras educatus (un hombre formado en letras)[6].
Dada la temporalización del programa académico de los colegios del momento, Casiodoro de Reina finalizaría sus estudios universitarios siete u ocho años más tarde (si es que realizó el ciclo de estudios completo como parece). Por tanto habría de ingresar en el Monasterio no primero de los veinte años y no más tarde de los 24. Su afición por  los estudios bíblicos queda consignada en la dedicatoria de su traducción del Evangelio Joánico a Jean Sturm, donde se confiesa adicto, ya desde edad temprana, a las sagradas letras:
          [...] qui sacris oraculis, qorum studiis ab ineunte aetate addictus fuit (que de los oráculos sagrados fui atraido desde la edad primera [7].   
Casiodoro de Reina



[1] La edad límite para el acceso al Colegio de Santa María de Jesús estaba fijado por sus constituciones en 16 años, lo que plantea la dificultad de si los candidatos, a esa edad, tenían la suficiente preparación intelectual exigida para el ingreso. En otros colegios, como el de San Bartolomé de Salamanca, en cuyos estatutos se inspiró Santaella, la edad estaba fijada en 17 años cumplidos. En todas las constituciones de estos colegios estaba presente de algún modo el modelo que supuso el Colegio Español de San Clemente de Bolonia, fundado por D. Gil de Albornoz en el siglo xiv. Cf. Ollero Pina, Universidad de Sevilla, 56. Mª. Anunciación Febrero Lorenzo, aporta amplia información sobre los procesos de selección requisitos y formación académica que se recibía en los seis principales Colegios Mayores Universitarios castellanos, cuya realidad es extrapolable a los del resto de España; Cf., Anunciación Febrero Lorenzo,  La pedagogía de los colegios mayores : a través de su legislación en el siglo de oro,  (Madrid, Instituto «San José de Calasanz» de Pedagogía, 1960) 113-154.
[2] Ollero achaca esta falta de datos, bien a la desaparición de los registros con el paso del tiempo, al desorden administrativo entonces existente, a la incuria y desidia de los primeros años de la vida universitaria o, simplemente, a que la preocupación archivística y registradora no surgiría hasta una etapa posterior, cuando el número del alumnado, estudiantes y graduados fueron requiriéndolo;  Ollero Pina, Universidad de Sevilla, 91.
[3] Menéndez Pelayo así lo plantea, aunque sin mucha convicción, en dos ocasiones. La primera con motivo de la presentación de los orígenes de Reina, aludiendo a la información proporcionada por el secretario del embajador Quadra, Diego Pérez, quien alude a Reina como «morisco granadino» en una relación del 5 de octubre de 1563.  La segunda mención se hace en relación a la su posible autoría del Artes Aliquot… Afirma Menéndez Pelayo que Reginaldus, se referiría a Reina y Montanus podría muy bien aludir a la topografía de su lugar de nacimiento, algún lugar de la serranía de Ronda, en las Alpujarras moriscas; Menéndez Pelayo, Heterodoxos, 112.123-127. Gordon Kinder matiza: «This seems to have been an attempt to discredit Reina, but, if it were true, it hardly matters to any but the Spaniards of the sixteenth century, bothered as they were by limpieza de sangre». Cf. A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 18. 
[4] Ollero Pina, Universidad de Sevilla, 204.
[5] Suponemos ‒ y así hubo de ser ‒ que se formó en Humanidades. Esta afirmación general es fácilmente sostenible. Casiodoro de Reina, o mejor habríamos de escribir de “Reyna”, con la grafía que aparece en sus escritos, fue considerado, tanto por amigos como por perseguidores, como el maestro indiscutido de aquel foco hispalense. Contamos también con el dato de que, de entre todos los frailes de San Isidro del Campo que en 1557 huyeron de Sevilla, dirigiéndose a Ginebra, fue Casiodoro de Reina el único que no tuvo que hacer estudios suplementarios de teología, bajo la dirección de Teodoro de Beza, a su llegada a Lausanne. Por otra parte, tanto su calidad intelectual como su criterio de autoridad, le alcanzaron el mérito de ser el único sevillano (aparte de Juan de Sosa, un joyero anabaptista que se había ahogado en Amberes en 1560) a quien los Inquisidores en el Auto de Fe del 23 abril 1562 calificaron con el título de «heresiarca». Cf. A. Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 18-19.
[6] Casiodoro de Reina, Carta a los Colegiales de Estrasburgo,  Archives Saint Thomas (AST)  fol. 48/29, Estrasburgo, sin fecha.
[7] Edward BoehmerBibliotheca Wiffeniana, (Vol.II), 221.