martes, 24 de enero de 2012


IN MEMORIAM

Requiem æternam dona eis Domine, et lux perpetua luceat eis

Casiodoro de Reina logró reunir las fuerzas suficientes ‒ que no hubieron de ser pocas ‒, con las que afrontar la ingente tarea de verter a la lengua castellana una magnífica versión de la Sagrada Escritura. Sí la traducción ya tiene en sí misma un claro y descollante valor, la revisión de las circunstancias históricas, marco general e inmediato del contexto en el que se gestó su producción, nos han de hacer valorar, aún más si cabe, la iniciativa de este ex jerónimo hispalense.


Desde nuestro sentir católico ‒ y casi a modo de póstumo desagravio en este blog ‒, nos declaramos agradecidos deudores de Casiodoro de Reina, por el regalo de esta  luminosa «Biblia del Oso», cuya traducción fue elaborada, sin embargo, a la mortecina luz de un lúgubre y malhadado contexto.  

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