El foco herético sevillano
casiodoro de reina parte hacia el exilio
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SEVILLA |
En el
otoño de 1557 un piadoso católico sevillano recibe por error un ejemplar de La imagen del Anticristo[1].
Horrorizado, contempla como en uno
de los grabados se representa al Papa arrodillado rindiendo pleitesía al
diablo. El libro en cuestión procedía de los tórculos ginebrinos de Jean
Crespin[2], y era un panfleto
antipapista obra de Bernardino Ochino (discípulo de Juan de Valdés). Formaba
parte de un envío que Julianillo[3] Hernández había hecho
llegar a Sevilla. Los inquisidores sevillanos constataban pues que, en la
ciudad del Guadalquivir, que por aquel entonces contaba con más de cien mil
habitantes, el movimiento «luterano» había prendido y ya no se limitaba a la
actividad puntual y difusa de algunos individuos aislados. Entre éstos,
figuraban nombres tan señeros como el magistral de la catedral hispalense Juan
Gil (más conocido como el «Doctor Egidio»), atacado tanto por sus doctrinas luteranas cuanto por su origen judío,
Rodrigo de Valera, Constantino Ponce de la Fuente (también canónigo de la catedral y acompañante de Felipe ii en su viaje por los Países Bajos y
Alemania entre 1549 y 1551), o Francisco de Vargas, maestro de Sagradas Escrituras de la catedral de Sevilla[4].
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Escudo de la Santa Inquisición |
Teólogos
y capellanes del Rey, predicadores reconocidos, maestros de Sagradas Escrituras
formados en Alcalá (Egidio, Vargas y Constantino), algunos firmes candidatos a
obispos, todos ya habían levantado ciertos recelos inquisitoriales[5]. Ahora, a la luz de estos acontecimientos,
entran en una situación de intensa sospecha. Sus casos son revisados por el
tribunal inquisitorial, siendo irremediablemente condenados a las más severas
penas.
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Monasterio jerónimo de San Isidoro de Sevilla (o de Santiponce) |
Pues
bien, el monasterio de San Isidro del Campo, donde profesaba Casiodoro de Reina,
a tenor de los informes inquisitoriales se había convertido en un «nido de
herejes»[6]. Y no solo el cenobio de
Santiponce sino que también algunas de sus hijuelas
habían sido contaminadas por la casa madre ‒ como Nuestra Señora del Valle en
Écija ‒ cuyo prior también hubo de huir a Ginebra. En cambio el vicario del
monasterio, Fray Cristóbal de Arellano, no pudo escapar y fue apresado, juzgado y condenado «por
luterano», además de sufrir la confiscación de todos sus bienes[7].
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Monumento fúnebre del Inquisidor General D. Fernando de Valdés y Salas (Colegiata de Salas, Asturias) |
Antes
del verano de 1557, momento en que es detenido Julián
Hernández, y cuando ya ha sido procesado el canónigo magistral Egidio,
Casiodoro ha de huir de Sevilla. Según las informaciones contenidas en el
panfleto de Cipriano de Valera, Dos
tratados, en 1555 ya habrían huido de Sevilla siete personas hacia Ginebra.
En 1557 se produce otro exilio monacal:
“[…]doze de los frayles en poco tiempo
se salieron, unos por una parte y otros por otra: los cuales dentro del año se
vieron en Ginebra, à donde quando salieron tenian determinado ir” [8].
Entre
ellos iba Casiodoro de Reina acompañado por sus padres[9]. Allí su estancia no parece
haber dejado huella en ningún registro escrito, puede que debido a la poca
duración de su permanencia. De su paso por la ciudad ginebrina hallaremos ecos
en posteriores documentos, como las deposiciones conservadas en los archivos de
la Iglesia Francesa de Refugiados de Frankfurt. El conocido episodio de las
lágrimas de Casiodoro ante el poste de ejecución de Miguel Servet, señala
también su innegable presencia en la ciudad. Otro dato al respecto lo aporta un
hombre sardo, Angel Victor, quien comenta haber visto a un conocido español,
Cortés, llevando una carta de Casiodoro de Reina para Sebastian Castellio,
desde Ginebra a Lausanne[10]. En Ginebra tanto Reina
como Corro y Valera formarán parte de la congregación italiana. La
correspondencia intercambiada por Casiodoro con distintos personajes del
momento nos aporta valiosos y pormenorizados detalles de las incidencias por
las que transcurre su vida. A la Iglesia italiana en Ginebra se referirá
posteriormente Casiodoro en una carta a Beza: Ecclessiae Italorum cui omnia debeo, tum qod, dum Genevae vixi, fui ei
adjuntus (la iglesia de los italianos a la que tanto debo y a la que me uní cuando
llegué a Ginebra) [11].
Más
tarde los españoles se reunirán en el Templo de Saint Germain, bajo el
liderazgo de Juan Pérez, ausente en Franckfurt durante esta primera estancia de
Casiodoro en Ginebra.
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Exurge Domine et iudica causam tuam (Sal 73) |
[1] De esta delación tenemos varias versiones, algunos
la achacan a una mujer, Cf. M. Menéndez
Pelayo, Heterodoxos, II.,
91, que recoge el episodio de la demente
sevillana denunciante narrado en el Reginaldo Montano. Los archivos de la
inquisición afirman que el director de Santiponce fue el denunciante de
Julianillo. Cf. A. Huerga,
«Procesos de la Inquisición a los herejes de Sevilla, 1557-1562», en Jean Heuclin et al., Historia de la Iglesia y de las
Instituciones eclesiásticas : estudios interdisciplinares en homenaje a Ferran
Valls i Taberner con ocasión del centenario de su nacimiento, (Barcelona,
Cátedra de Historia del Derecho y de las Instituciones, 1990) 4108-4128.
[2]
Jean Crespin era impresor, librero y editor.
Nacido en Arras en 1520 y activo en Ginebra desde 1548 a 1572. Realizó sus
estudios universitarios en París y Lovaina donde consolidó su formación
jurídica. A comienzos de 1545 es acusado de hereje exiliándose en Ginebra. Allí
se instala con su familia definitivamente en 1548, y allí contacta con viejos
amigos y compatriotas como Théodore de Bèze, Conrado Badius y otros. En 1551
obtiene la autorización del Consejo de la ciudad para mantener su imprenta y,
el mismo año, inaugura también la marca de su taller, un ancla terminada en «t»
y una serpiente a su alrededor, que identificará en adelante sus impresiones.
En 1554 añade dos manos que surgen de las nubes y, a partir de 1558, un mar
donde nadan tritones. El emblema aparece acompañado, en muchas ocasiones, de la
divisa: «Sacra Anchora» o «Sacra Anchora Christus». No obstante en otras ediciones
con información tipográfica falseada figuran otras marcas, como por ejemplo una
«y». Su imprenta estará vinculada a la edición de las obras españolas de
propaganda reformista y, sobre todo, a la figura del protestante español Juan
Pérez de Pineda. De hecho, será el único impresor que, entre 1556 y 1560, edite
obras en español en Ginebra. En algunas obras impresas de esta índole Crespin suele
falsear el pie de imprenta, sustituyendo su marca tradicional por una marca
que, con variantes, coincide en todas estas ediciones: una «y» flanqueada por dos
figuras humanas. Un ejemplo de estas falsas ediciones lo constituyen los Comentarios a las epístolas de Juan
Valdés, impresos en Ginebra en 1556 y 1557. En el nombre del impresor que
figura es el falso de «Johannes Philadelpho», señalando como lugar de impresión
Venecia y no Ginebra.
[3] «Julianillo»
era el apodo que los franceses le habían dado a este sevillano, Julián le petit, dada su exigua talla,
su delgadez y su marcada cifosis dorsal. De él dice Menéndez Pelayo,
corrigiendo a Montes, que «había transportado de Ginebra a España en 1557 dos
grandes toneles, no de biblias, como dice Montes, porque aún no habían
publicado los protestantes ninguna completa en lengua castellana, sino de
Nuevos Testamentos, traducidos por el Dr. Juan Pérez; y los esparció
profusamente en Sevilla»; Cf. M. Menéndez
Pelayo, Heterodoxos., II, 85. Cipriano de Valera
solo menciona «libros Españoles»; Cf. Cipriano de Valera, Dos Tratados. El Primero es del Papa y de
su autoridad colegido de su vida y doctrina, y de lo que los Dotores y Concilios antiguos, y la misma sagrada Escritura enseñan. El Segundo es de la
Missa recopilada de los Dotores y Concilios y de la Sagrada
Escritura. «Toda planta, que no plantó mi Padre celestial, será desarraygada.» Mt.
XV. 13. «Caída es, caída es
Babylonia, aquella gran ciudad, porque ella ha dado a bever a todas las gentes
del vino de la yra de su fornicación.»
Apoc. XIV. 8, (London, Arnold Hatfild, 1588) 207.
[4] «Egidio y Constantino son las figuras más
destacadas del nuevo estilo de predicación que va a conmover Sevilla. A
conmoverla y enfrentarla, pues allí imperaba el viejo estilo remozado en la era
deciana [referida al arzobispo Deza]. Egidio el baturro y Constantino el
conquense ‒ ambos de tierra dura y apacentados intelectualmente en Alcalá ‒,
serán heraldos de la Palabra de Dios y protagonistas de un drama religioso
tremendo». Cf. Álvaro Huerga Teruelo,
Predicadores, alumbrados e inquisición en
el siglo xvi, (Madrid, F.U.E., 1973) 18.
[5] El 19 de julio de 1550 el Consejo de la Inquisición
envía carta al rey pidiéndole la captura de los fugitivos sevillanos, Luís
Fernández, conocido también como «Luís Castillo», y Gaspar Zapata; A.H.N.,
Inquisición, libro 574, fols. 216r-v - 217r.
[6] Cipriano de Valera cuenta que en
1555 salieron de Sevilla, hacia Ginebra, siete personas «entre hombres y
mugeres», y en 1557 contabiliza doce frailes huidos de San Isidoro, entre ellos
el prior, vicario y procurador de San Isidro, el prior de Écija y después de
estos, otros seis; Cipriano de Valera,
Dos Tratados, 205.
[7] Cf. Nicolás
Castrillo Benito, El Reginaldo
Montano..., 401-403.
[8] Entre estos frailes
contabilizamos a Francisco Farias, el prior; el vicario Juan de Molina; el procurador
Pedro Pablo; Además en el grupo huyeron, junto con Casiodoro los monjes Antonio
del Corro, Peregrino de Paz, Alonso Baptista, un tal Miguel, Cipriano de
Valera, Lope Cortés, Hernando de León y Francisco de la Puerta. Valera hace
mención del prior de Écija sin nombrarlo. En aquel momento también huiría un hermano lego, Juan
de León, y otros laicos como el canario Luís de Sosa y el mercader sevillano
Francisco de Cárdenas. Luís de Sosa y Juan de León fueron apresados y devueltos
a España para su enjuiciamiento y posterior ejecución. Cipriano de Valera, Los
dos tratados del Papa i de la Misa, escritos por Cipriano D. Valera; i por él
publicados primero el a. 1588, luego el a. 1599: i ahora fielmente reimpresos, 205-206;
Gordon Kinder, Casiodoro de Reina, 16.
[9] Noticias
adicionales sobre la identidad de los monjes huidos las hallamos en la carta
que el 17 de noviembre de 1557 Fernando de Valdés le escribe al rey de España
informándole del brote herético sevillano; AGS,
Estado, 121-165. También Alonso del Canto, contador del rey en los Países
Bajos, deja registros de los pagos hechos a los agentes que seguían los pasos
de los huidos; AGS, Consejo y Juntas de Hacienda, 37- 174. A. Gordon Kinder, «The pursuit of Spanish heretics: new informations on Casiodoro de
Reina», Bibliothèque d’Humanisme et
Renaissance, 42 (1980) 427-433.
[10] Frankfurt, Stadarchiv, Sammelband Kirhendokumente B Französisch-reformierte Gemeinde, fol. 585-588.
[11] Ginebra, Bibliothèque publique et universitaire, M.S. Français 407,
1565-1571 correspondence ecclésiastique, Carta de Reina a Beza, Estrasburgo,
fechada el 1 de marzo de 1566, fol. 16rf; Edward Boehmer, Bibliotheca Wiffeniana, vol.II, 210.
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